En memoria de José Milicua llarramendi
Desde ICOM, y con motivo del fallecimiento del profesor y catedrático de Historia del Arte José Milicua llarramendi, queremos sumarnos a las muchas instituciones y medios de comunicación que en estos días rememoran y glosan la labor que desempeñó en pro del arte, la educación artística y la democratización de los museos este docto profesor. A partir del 1993 fue vocal del Real Patronato del Museo del Prado, Académico honorario electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Vocal del Instituto Ametller de Barcelona y miembro honorífico de la Associació Catalana de crítics d’art. Hay que destacarlo como un excelente docente e investigador. Se especializó principalmente en el estudio del barroco y centró su objeto de estudio en la figura de Ribera “el Españoleto” y su entorno, a lo que dedicó gran parte de su vida. Sus artículos y descubrimientos le han merecido un reconocimiento internacional como tasador.
Sin duda es una de las personas que más ha favorecido que, en los museos, se puedan ver distintas generaciones sin faltar la de estudiantes jóvenes. Su muerte a los 92 años ha dejado una estela de influencias notables entre las que hay que destacar su particular manera de ejercer la docencia, tanto dentro de las aulas como fuera, en la calle o en los museos, ya que los que tuvimos la suerte de tratarlo, podemos afirmar que a su lado la docencia era constante.
Le había escuchado decir que las visitas que hizo de niño al museo de Bellas Artes de Bilbao, acompañado por su padre, le marcaron de manera definitiva. A pesar de que su trabajo editorial, principalmente como director, es amplio, ya que inició una interesantísima colección por la editorial Gustavo Gili y dirigió la Enciclopedia general de la Historia del Arte de editorial Planeta —ambas ediciones de un alto nivel conceptual y visual—, sus méritos principales recaen en las autorías que ha dado a distintas obras consideradas anónimas o mal clasificadas como algunas de: Goya, La Tour o de Ribera, y por las exposiciones comisionadas y los muchas asesorías que de manera muy desinteresada brindada a cuantos le consultábamos. Su casa y su biblioteca estaban siempre a disposición de las personas interesadas que acudíamos sin avisar.
Se sintió siempre vasco porqué estos eran sus orígenes y regaló un cuadro de su importante colección particular, un Aurelio Arteta, al museo de Bilbao en agradecimiento a las aportaciones e influencias que había recibido a lo largo de sus visitas. Ésta es otra de las lecciones que lo avala como profesor reflexivo y comprometido que se interroga sobre su vocación y que es capaz de reconocerla y agradecerla, primero al museo de Bellas Artes de Bilbao del que es miembro de la Comisión y, después, al Museo de Prado donde también cedió un cuadro de Pier Francesco Mazzuccheli, estrechando de esta manera los lazos con la institución que colaboró como comisario y asesor hasta el último momento.
Roser Juanola
ICOM España